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Tierra de nadie: sicario

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Francisco Bermúdez Guerra

 

 

Denis Villeneuve es un director canadiense que ya nos había impactado con películas como Incendies, Enemy y Prisoners. En esta oportunidad llega con Tierra de nadie: sicario, un filme nominado a la Palma de Oro del Festival de Cannes y que hizo parte del Festival de Cine de Toronto.

 

La guerra contra las drogas, esa es la protagonista de esta cinta cautivante y absorvente. Una guerra donde los que supuestamente son buenos, no lo son tanto, y los malos, son malos porque ese es su rol dentro de toda esta tramoya denominada status quo.

 

Emily Blunt, Benicio del Toro y Josh Brolin encarnan a tres supuestos agentes del orden, quienes tienen la misión de desarticular a una banda de narcotraficantes mexicanos que operan en la frontera de Estados Unidos y México. Sin embargo, en esta película se guarda un secreto hasta el final (y no lo vamos a decir aquí), un secreto que explica toda la película, todo ese mundo de la lucha contra el narcotráfico, y las verdaderas intenciones de los protagonistas de la historia.

 

Villeneuve ya había tocado el tema del relativismo moral, lo hizo en Prisoners; donde personas presuntamente buenas se convierten en verdaderos monstruos en situaciones extremas. Aquí ocurre igual, el director juega con ese relativismo moral durante todo el transcurso de la película, pero los espectadores no lo sabemos.

 

Blunt, la hermosa actriz que compartió luces con Ann Hathaway en El diablo se viste de Prada, interpreta el papel de un agente del FBI que debe hacer parte de un grupo intergubernamental que busca cazar a una banda de narcotraficantes. Blunt es como el “pie en tierra” de la cinta; es el personaje en el que confiamos los espectadores, es el faro moral, la chica inocente con fortaleza. Sin embargo, tal como lo hizo Villeneuve en Prisoners, la hermosa agente del FBI también es puesta a prueba moralmente, ¿logrará superar el desafío? Toca ver la película para saber si sí o no.

 

Benicio del Toro, quien por estos meses ha encarnado papeles de narcotraficantes –como cuando interpretó a Pablo Escobar en Paraíso Perdido-, interpreta aquí el papel de un agente enigmático, sobre quien no se sabe mucho, pero que al final termina siendo el personaje clave de la película.

 

Josh Brolin, conocido por la película de Oliver Stone, y por haberse puesto en los zapatos del expresidente de Estados Unidos George W. Bush en la cinta W, es otro de los protagonistas del filme. Brolin es un chico con pinta de maloso, de malencarado, pero que en el fondo es un niño bueno. ¿Será que aquí sucede lo mismo? Villeneuve todo lo transforma, lo degrada, todos los personajes al final terminan siendo buenos y malos al mismo tiempo, como sucede en la vida real. Brolin es un agente gubernamental en Tierra de nadie: sicario. No sabemos si podemos confiar en él o no, como le sucede a la agente del FBI que interpreta Emily Blunt; al final sabemos cuál es su posición verdadera.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La guerra contra las drogas, una eterna guerra que al parecer no tendrá fin porque hay muchos intereses que quieren que esta se prolongue. Este tema también lo toca Villeneuve sin ambages, sin temores, sin timideces. La película también es una crítica a esta guerra; me recordó mucho la aclamada cinta de Steven Soderbergh Traffic, donde también se aborda esta temática.

 

En fin, Tierra de nadie: sicario tiene una banda sonora que pone los pelos de punta, unas escenas trepidantes de suspenso y violencia, y sobre todo un clima psicológico de incertidumbre donde el espectador parece el niño chiquito que se pierde en el parque de diversiones y que busca a una cara amiga en quien confiar. El extraviado espectador es llevado de la mano en ese caos que es la guerra contra las drogas, por parte del personaje que encarna Emily Blunt, sin embargo, ese mismo personaje al final lo suelta y lo deja pensando, como si de la infancia pasáramos a la adultez en dos horas.

 

En términos generales es una muy buena película; las actuaciones son aceptables en grado sumo; y deja muchos interrogantes sobre el mundo en el que vivimos. Un mundo donde la corrupción y los antivalores son parte del establecimiento.

 

Mi calificación para esta película es de 4.2 sobre 5.0.  

 

  

 

 

 

 

 

 

 

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