Joy: El nombre del éxito
Joy es una mujer de clase media estadounidense, trabajadora, divorciada, que vive en la misma casa con su exesposo, con su madre, con su abuela, con su padre, con sus hijos. Tiene un trabajo que no la satisface y su vida privada es un desastre. Ella, en medio de un paseo en barco, tiene una revelación, una idea. A partir de esta experiencia decide emprender un viaje hacia el éxito, hacia la innovación, hacia la creación de su propio negocio para salir del fracaso.
Este filme se trata de esto, del fracaso y del éxito, de la persistencia y de la derrota, de los obstáculos que encontramos en la vida para hacer nuestros sueños realidad. Una estupenda producción del director David O. Russell, quien ya nos había sorprendido en el pasado con filmes como American hustle y The fighter.
La protagonista de esta película es la versátil Jennifer Lawrence, acompañada por un estupendo elenco: Robert De Niro, Bradley Cooper, Edgar Ramírez, Isabella Rossellini, Diane Ladd y Virginia Madsen.
Lawrence nos demuestra en Joy que no es una vedette maleducada, niña malcriada o sex simbol; no, aquí de verdad se luce en una interpretación exquisita de una mujer que está tratando de probar por qué su abuela decía que su nombre debía estar asociado al éxito.
Es una película que deja una enseñanza, y esa enseñanza o moraleja es la persistencia para alcanzar nuestros sueños a pesar de las adversidades, de los temores, de las críticas o de las burlas. Joy es una mujer que lucha por sobresalir, por no ser una más del montón.
La cinta es una montaña rusa, los espectadores sufrimos con el drama de Joy, nos identificamos con él porque nuestra sociedad está obsesionada con el éxito, con ganar plata, con salir del anonimato, con triunfar; Joy quiere todo eso, tiene una vida mediocre y quiere salir de esa mediocridad. Eso nos ha pasado a todos; a todos lo que vivimos en esta sociedad consumista que no perdona el fracaso, que no perdona la falta de ambición. Es también una historia sobre el sueño americano, sobre lo que ambicionan todos los gringos: la riqueza, los lujos, el sobresalir, el ser ganador en algo.
Por supuesto sufrimos al lado de Joy, nos da coraje, nos da risa, nos da emoción, hacemos fuerza para que sus sueños se hagan realidad, y creo que este es el éxito de esta cinta nominada al Globo de Oro como mejor comedia en 2015. David O. Russel logra que nos identifiquemos con la protagonista totalmente, nos sentimos atenazados por sus problemas, esperanzados por sus triunfos, y en general, sentimos que todos en esta sociedad, directamente o indirectamente, somos como Joy.
Algunos dirán que la película es una simple historia sobre el sueño americano, sobre ese American Dream que desvela a los gringos; pero yo creo que no, creo que no es una simple historia de ascenso social sino que es un drama humano sobre la necesidad de convertir nuestra vida en algo que valga la pena para nosotros mismos.
En esta cinta aparece Robert De Niro en un papel casi que secundario, aunque le da brillo a la historia; Isabella Rossellini –también actúa en Joy- y que igualmente acompaña a De Niro a hacerle más fácil y más difícil la vida a la protagonista. Y no podemos obviar la participación de Bradley Cooper, uno de los actores de moda de Hollywood, quien sin lugar a dudas le da más dramatismo a la historia. Pero quien se roba el show, y los aplausos, es la niña Lawrence, tremenda actriz que ya se llevó el Óscar y que aquí nos demuestra por qué está catalogada como una de los luminarias en ascenso del séptimo arte mundial.
Estupenda actuación de Lawrence, estupenda historia, magnífico dramatismo, aunque no faltarán críticas que dirán que no es más que otra historia sobre ascenso social, consecución del éxito y adquisición de riqueza; lo que ha mostrado Hollywood hasta la saciedad. Sin embargo, yo creo que vale la pena ver esta película porque te deja pensando sin lugar a dudas.
Mi calificación es de 4.0 sobre 5.0 para esta cinta.
